junio 07, 2010

EL AVESTRUZ Y EL ZORRO



Cuento por Marta Teresita Bossio


Este cuento nació contándoselo a mi nieto Augusto, mientras apelaba a mi imaginación para entretenerlo.
Cuando comencé y dije: _ “había una vez”…él, riendo, continuó: _ ¡“truz”!
Luego, creció por la promesa que había hecho de escribir un cuento para mi nieto Francesco.

A mis amados nietos, que me devolvieron la alegría y el entusiasmo, y lo renuevan cada día: 
A todos lo niños que puedan disfrutarlo.





El avestruz y el zorro


_Había una vez…
_truz!
_¡Sí…!

Así comenzó este cuento, que continúa de este modo:

Había una vez… un avestruz que andaba por la pradera de la pampa argentina.
Un día, un gaucho lo encontró, montó su caballo, y comenzó a cabalgar para atraparlo con sus boleadoras.
El avestruz corrió y corrió… muy rápidamente hasta que, asustado, metió su cabeza debajo de su ala para protegerla y salvarse de la persecución del gaucho, que se aproximaba cada vez más!
Cómo dejó su cuerpo afuera… el gaucho lo vio y agitó sus boleadoras para apresarlo.
¡Pobre avestruz! No se daba cuenta de que estaba tan expuesto…
Pero de pronto…apareció un zorro muy sagaz, que viendo lo que ocurría se aproximó para decirle: 

_Avestruz, avestruz… tú tienes un cuerpo grande y se ve…porque sólo escondiste tu cabeza. Huye…! Huye pronto…!
El avestruz, asustado advirtió que cuando escondía su cabeza su cuerpo quedaba expuesto y los demás lo veían.
Sólo él no veía nada…!

Cuando se dio cuenta de su error, gracias a la advertencia del zorro, sacó su cabeza, miró a su alrededor, y vio al gaucho aproximarse.
Se alejó raudamente, porque el avestruz es veloz, tiene largas y fuertes patas.
Esta vez se escondió detrás de un gran matorral que lo ocultó totalmente.
El gaucho lo perdió de vista, y ya cansado de galopar, volvió cabizbajo a su rancho para tomar unos mates que lo reanimaran.

El zorro aprendió que auxiliar a un vecino en peligro, en lugar de atacar para alimentarse, es hacer un amigo.
El avestruz aprendió que esconder su cabeza no era suficiente para estar a salvo; que es mejor observar, cuidarse del enemigo, escuchar y poner en práctica los buenos consejos.
Feliz de haberse salvado, agradeció al zorro su oportuna advertencia.
Al zorro le agradó que lo considere de ese modo; y desde entonces cuando el avestruz estaba en riesgo, el zorro lo protegía con su astucia.
También, cuando el zorro se encontraba en peligro, el avestruz colaboraba con su fuerza y su tamaño.

Así, ayudándose mutuamente, aprendieron que la unión transforma las diferencias en diversidad, las debilidades en potencia, y el error en aprendizaje.
Iniciaron una gran amistad, y vivieron muy felices en la pradera argentina: su lugar en el mundo.
Cuando ayudamos, en vez de atacar, hacemos amigos.

Cuando miramos atentamente la realidad, en lugar de taparnos los ojos, encontramos la manera de vivir mejor y ser felices.

La unión transforma las diferencias en diversidad.

El Universo está destinado a la relación armónica.

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