Desde Platón en adelante, el diálogo es fuente de verdades.
También lo puede ser de consensos.
La llave es la libertad de opiniones, sin juicio ni cuestionamientos que coharten el derecho a pensar, reflexionar, creer.... y actuar en cosecuencia... a ser coherentes.
Escuchar al Maestro interno es un desafío de silencios, vacío y atención. Plasmar sus enseñanzas, ser fiel a su guía, suele ser mucho más difícil.
En el diálogo sincero se puede "decir la verdad de tal modo que atraiga aún sin convencer y que convenza sin atar." (1)
(1) Según palabras de Beltrán Anglada
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