
Tal ha sido el motivo de tantas guerras, separaciones, dificultades y desentendimientos... y también de creativos acuerdos en el mundo, las sociedades, las familias...
Por numerosas razones los seres humanos percibimos la realidad de diferente manera. Esta diversidad está enraizada en que somos tan distintos unos de otros como lo son nuestras huellas digitales.
Cada organismo es único, y por lo tanto lo es su equipo perceptual y su modo de percibir
Si tomamos posiciones rígidas, frente a las concepciones divergentes que surgen como consecuencia, no podemos entendernos, no podemos comprender lo que el otro piensa y/o siente. Surgen así situaciones caóticas que necesitan ser ordenadas para tener buenas relaciones.
Somos seres en relación, y las relaciones son los lazos que tejen la trama del género humano.
Trama que conforma en ciertos planos cósmicos la cobertura superior y protectora de la humanidad evolucionante; que la absorbe en movimiento ascendente, si la relación se consuma según las leyes de
Es tarea ineludible del reino humano crear, a través de las buenas relaciones,
Los nudos más consistentes de la red lo conforman los lazos familiares... pero es en las familias donde se producen los desacuerdos más difíciles de dirimir, ya que en ellas los vínculos son muy fuertes y las dificultades en la comunicación producen mayor confusión.
Los grupos familiares suelen convertirse en verdaderas Torres de Babel cuando no logran resolver los problemas que surgen de sus diferencias.
La solución pasa por aprender un idioma común y favorecer el cumplimiento de los objetivos individuales en función de aquellos que son compartidos.
En las líneas vertical y horizontal de la constitución de las familias, es posible encontrar valores y metas transmitidos de generación en generación, así como entre sus miembros contemporáneos.
Esos valores y metas son nexos, que permiten incluir - y no excluir - a las personas, y a sus dispares concepciones de la existencia y del mundo, que a menudo dividen y separan.
Así, es factible que divergencias y convergencias de criterio y opinión, se conviertan en una espiral evolutiva.
Sentarnos a una mesa, frente al problema, co-crear verdades nuevas entre todos, inventar instrumentos de propósitos confluyentes, protegemos ante la amenaza de las luchas por el poder, para sentar bases de libre y equitativa convivencia.
Trabajar acompañándonos, para conservar aquellos puntos de convergencia logrados, comprobaremos que ellos sustentan los intercambios necesarios para sobrevivir.
Esta metodología trasladada a grupos, empresas, naciones, dará los mismos resultados de pacificación y sana convivencia; pero es en las familias donde sus efectos son más alentadores: protegen a los integrantes de las mismas -en especial a los menos fuertes- y preservan las buenas relaciones .
Cuando la propuesta es organizar nuevas formas de mediación familiar, el aporte de esta ponencia es la actitud serena y expectante, para dar lugar al ejercicio de la creatividad interactiva, a la práctica de la integración disciplinaria.
Ingresar al conflicto y salir de él produce la participación comprensiva y una activa objetividad, induciendo la neutralidad en al proceso de Mediación.
Dirimir el conflicto implica la participación de un tercero apto para acompañar un cambio, mediante la ampliación de conciencia y la intención al bien común.
La experiencia vivencial se convierte, de esta manera, en una aventura apasionante, puesto que nada de lo anteriormente experimentado se repite exactamente.
Los acontecimientos se modifican en proporción a los cambios que se producen en el pensamiento y en la acción cotidianos.
Con la escucha atenta de lo que nos dicen, la exposición clara y argumentada de nuestras convicciones, se producirán encuentros... y desencuentros, inusitados pero productivos, en la aventura de existir en presente absoluto, con el corazón y la mente abiertos, las manos prestas a unirse y un fervor por la vida que descubre una nueva realidad. De ella podremos disfrutar en un presente continuo, hacia un futuro permanentemente creado y cuyo desenlace ignoramos: la trascendencia de lo personal, la vibración comunitaria de la hermandad, y la recreación de constructos históricos, biosociales, culturales y familiares globalmente beneficiosos.
Si el mediar propone y dispone decisiones múltiples y favorables para que las relaciones mejoren, podremos decir de los mediadores que tienen por oficio la dichosa tarea de impulsar la paz entre los hombres; y tender la red de síntesis planetaria, para que se concrete la necesaria unificación que permitirá la trascendencia de los valores individuales, hacia una superior transcultura humanitaria.
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